Cenar tarde y usar pantallas antes de dormir, podría incrementar el riesgo de padecer diabetes

No cenar dos horas y media antes de irse a dormir y usar dispositivos electrónicos con pantallas en horario nocturno, no solo reduce las horas de sueño, sino que también empeora su calidad e influye directamente en enfermedades como la diabetes.

Según muestran algunos estudios, los efectos de estas dos acciones tan habituales, son parecidos tanto para adultos como niños. De esta manera, un reciente estudio llevado a cabo por el equipo de investigación de la Universidad de Murcia, liderado por la catedrática de Fisiología Marta Garaulet, concluye que cenar tarde y usar pantallas antes de dormir se relaciona con un mayor índice de grasa corporal y más probabilidades de padecer enfermedades cardiovasculares, además de marcar el ritmo de pérdida de grasa en un proceso de adelgazamiento, aspectos todos ellos que inciden sobremanera en la diabetes.

Para la elaboración de dichos documentos, el equipo de Garaulet ha contado con los conocimientos del doctor Juan Antonio Luján, del hospital Virgen de la Arrixaca de Murica, además de la colaboración de investigadores de Harvard, del Instituto Karolinska de Estocolmo y de la Universidad de Granada.

Según el especialista en problemas de sueño Eduard Estivill, además del deporte y un estilo de vida saludable, “el descanso intercede directamente en esta ecuación con resultados nefastos si no se cumplen unas pautas básicas”, y recuerda que no dormir las horas necesarias (menos de 7-8 horas diarias), “tiene efectos negativos sobre la obesidad y la diabetes”.

Un estudio presentado en 2013 en la International Journal of Obesity abrió el camino mundial a la investigación en crononutrición, la rama científica que estudia los efectos de la alimentación sobre nuestro sistema circadiano, o lo que es lo mismo, los efectos de la ingesta de alimentos sobre la secreción de hormonas relacionadas con el hambre, la saciedad, el sueño, la vigila o la tolerancia a la glucosa.

Por otra parte, el uso de tabletas y aparatos electrónicos en un horario tardío “dificulta el proceso de preparar a nuestro organismo para dormir”, y se ha hallado una correlación directa entre dormir poco y la obesidad y la diabetes, por lo que podríamos establecer una correlación directa entre los recientes documentos del equipo de Garaulet y las investigaciones de la Clínica del Sueño de Estivill.

De esta manera, cenar tarde dificultará nuestra capacidad de sueño, ya que si descansamos peor, tenemos más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares y obesidad. Por otra parte, consultar móviles y tabletas bien entrada la noche no es la mejor forma de “ir apagando la luz de nuestro organismo”, según refleja el doctor.

Como dato práctico, el especialista explica que "consultar una pantalla puede ser el equivalente a tener cincuenta velas encendidas cerca del rostro", lo que retrasa la activación de la melatonina, la hormona del sueño, con un claro resultado negativo, ya que “afecta negativamente a nuestro metabolismo”.

El creador de la Clínica del Sueño advierte, de esta manera que, hoy en día, “disponemos de evidencias suficientes para afirmar que no dormir lo suficiente puede asociarse con efectos adversos para la salud”.

Por otra parte, las personas que comen tarde,según el estudio mencionado, “suelen ser personas con un índice de estrés más elevado”, por lo que “controlando este estrés podremos establecer también unas rutinas que mejoren sus hábitos de vida”.

La razón metabólica de por qué la hora concreta de las ingestas afecta o influye tanto en nuestra salud se ha encontrado en una enzima concreta. Se trata de una enzima que ayuda al cuerpo a quemar grasa, y cuya máxima actividad tiene lugar por la noche, justo cuando descansamos. Así las cosas, cuando cenamos tarde, “lo que estamos haciendo es disminuir el poder de esta enzima en una tercera parte”, concluye el estudio de la Universidad de Murcia.

El nombre concreto de esta enzima es Lipasa Sensible a Hormonas (LSH), y no es que sólo trabaje de noche, sino que su labor va cambiando a lo largo del día, aunque es verdad que cuando más rinde es a media noche, y “una cena tarde lo que hace es confundir a esta enzima, que entiende que no debe movilizar ningún tipo de grasa para el organismo”, una grasa que se va acumulando en nuestro organismo, sin ser quemada debidamente.

Según los especialistas, la hora apropiada para cenar debería ser unas 2 horas y media antes de acostarse, ya que sobrepasar esta rutina horaria significa “una mayor propensión a la obesidad y un incremento de los valores de glucosa en sangre”. Esta correlación entre los diferentes factores no sólo afecta a los adultos, sino también a los más pequeños de la casa.

Por último. otro estudio, en este caso un documento publicado en la revista Nutrition, deja claro que “los niños y niñas que cenen después de las 20:45 horas presentan el doble de obesidad que los que cenan antes, ya que gastan menos energía en la metabolización de los alimentos de la cena”.

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