Tradicionalmente se ha considerado a la diabetes tipo 2 como una patología crónica para la que no existe cura; de tal forma que dieta, fármacos orales y, finalmente, insulina inyectada es el tradicional recorrido que tienen que seguir estos enfermos para conseguir mantener a raya sus niveles de glucosa. Se trata de un recorrido amargo que va limitando en buena medida su calidad de vida y que, además, a menudo no logra evitar la aparición de retinopatías y de enfermedades cardiovasculares y renales.
Pero ahora, los éxitos obtenidos por la llamada cirugía metabólica representan una esperanza para muchos diabéticos. La idea de una cirugía orientada a curar la diabetes fue un hallazgo inesperado que se produjo a principios de la década de los 80, cuando los cirujanos que realizaban cirugía bariátrica -orientada a tratar la obesidad mórbida- comprobaron que muchos de sus pacientes a los que habían realizado un bypass gástrico se habían 'curado' de su diabetes.
No necesitaban insulina, y muchos de ellos ni siquiera fármacos orales. Para encontrarle explicación, tiraron de razonamiento lógico: dada la relación entre la obesidad y la diabetes, no parecía descabellado que, al perder tanto peso con la intervención, también se corrigieran los valores de glucosa, insulina…
Pero el asunto no era tan sencillo. Había enfermos que, apenas unos días después de la operación, ya habían normalizado sus niveles de glucosa y ya no necesitaban insulina, ero puesto que el peso perdido era mínimo, la mejoría no podía ser una cuestión única de absorción de nutrientes.
En la mayoría de los casos, la remisión se observa en los días o semanas después de la cirugía antes de que se haya producido una pérdida de peso sustancial. Las investigaciones comenzaron a sucederse, los cirujanos tiraron de archivo y así se fue comprobando que, efectivamente, uno de los efectos secundarios -y no adversos- de esta cirugía era la remisión de la diabetes en los enfermos operados.
Uno de los descubrimientos fue el de que, para un mayor o menor éxito, era muy importante la técnica quirúrgica utilizada. Así, por ejemplo, en un estudio sueco, un metaanálisis realizado en 2004 sobre más de 22.000 pacientes, se vio que cuando la técnica se basaba en una intervención sobre el duodeno, el 98,9 % de los pacientes veía resuelto su problema de diabetes. En cambio, si la cirugía era un bypass gástrico o una banda gástrica, los porcentajes de éxito disminuían. Y así, progresivamente, se comenzó a investigar esta relación entre la cirugía bariátrica y la diabetes.
Parece que el bypass funciona, y la operación consigue que la comida no pase por el duodeno, pues allí está el origen de la señal metabólica que causa la resistencia a la insulina, pero después hay muchísimos otros factores en juego, rutas, interacciones… y aún no somos capaces de entender el mecanismo.
Progresivamente se va aceptando que se realice a pacientes cada vez con menos sobrepeso, porque hasta ahora hemos estado limitados a operar a quienes tengan un índice corporal superior a 30. La idea es que se pueda intervenir a diabéticos con sobrepeso, sin necesidad de que tengan obesidad.
En ningún caso esta cirugía se contempla para quienes padecen diabetes tipo 1; y esta se orienta a pacientes que, pese a estar medicados -muchos de ellos ya con insulina-, no tienen un adecuado control de la glucosa. Finalmente, viene la controvertida cuestión del peso.
Los especialistas consideran positivo que la cirugía metabólica haya comenzado a ser reconocida oficialmente como útil en el abordaje de la diabetes. De esta manera, la segunda conferencia de consenso de la Cumbre de Cirugía de la Diabetes (DSS-II) aceptó colocar a la cirugía dentro del algoritmo general de tratamiento de la diabetes y recomendó considerar este enfoque para los pacientes con diabetes inadecuadamente controlada y un IMC de 30.