Los fármacos para la diabetes no son un factor de riesgo frente al contagio por COVID-19 como se supuso al principio de la pandemia. El doctor Vivencio Barrios, presidente de la Sección de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), ha abordado la situación actual de los fármacos para la diabetes en el tratamiento del COVID-19 y asegura que, por el momento "son seguros"y su retirada de tratamiento no está justificada.
Ya hay ensayos clínicos en marcha para demostrar si realmente estos medicamentos pueden ser beneficiosos en el curso de la enfermedad por SARS-CoV-2. De momento se desconocen los resultados pero “sí hay datos confirmatorios de que estos fármacos son seguros y de que no se deben suspender en los pacientes infectados por el nuevo coronavirus”, ha afirmado el especialista.
Respecto a los fármacos con demostrados beneficios desde el punto de vista cardiovascular en pacientes con diabetes tipo 2, se han llevado a cabo algunos estudios. “Recientemente hubo una alerta de la sanidad británica en la que se apuntaba a un posible efecto perjudicial en la infección por coronavirus porque podrían favorecer la cetoacidosis, una de las complicaciones de la diabetes mellitus que se favorece por la deshidratación”, ha explicado el experto, que recomienda vigilar esta complicación en los pacientes más graves.
No obstante, hay en marcha un estudio con uno de estos fármacos (dapagliflozina) para determinar no solo si no es perjudicial sino si puede ser beneficioso en los pacientes infectados por coronavirus y afectación pulmonar.
El SARS-CoV-2 se presentó inicialmente como un virus que producía fundamentalmente afectación pulmonar, pero cada vez se conocen más detalles de las complicaciones que produce a nivel cardiovascular.
“El daño cardiaco en pacientes con coronavirus se puede producir directamente por el virus, indirectamente a través de fallo respiratorio y de la hipoxemia (bajo nivel de oxígeno en sangre) que producen sus efectos pulmonares, o por la tremenda inflamación y el proceso inmune que desencadena”, ha explicado por su parte el Dr. Julián Pérez-Villacastín, presidente electo de la SEC.
La mayor parte de los enfermos graves presentan elevaciones significativas de los enzimas cardiacos, principalmente las troponinas; en algunos casos alteraciones electrocardiográficas con arritmias y, en otros, síndromes coronarios agudos. Todo ello puede repercutir en la función contráctil del corazón. “En algunas series más del 40 % de la mortalidad se pudo atribuir a problemas cardiacos solos o asociados al problema respiratorio. De hecho, el daño cardiaco agudo parece influir más en la mortalidad que la edad, la diabetes, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o una historia previa de enfermedad cardiovascular”, ha detallado el Dr. Pérez-Villacastín.
En este contexto, “es muy importante llevar a cabo un diagnóstico precoz que permita orientar el tratamiento para evitar complicaciones”, valora el presidente electo de la SEC, que recuerda que “recientemente se han presentado datos que sugieren que fármacos como la hidroxicloroquina y los antibióticos macrólidos, solos o combinados, podrían incrementar la mortalidad y el desarrollo de arritmias graves”.
Por otro lado, fármacos como los anticoagulantes y los esteroides podrían resultar beneficiosos, al igual que algunos antirretrovirales, por lo que “deberíamos tener muy bien estudiado el sistema cardiovascular en cualquier paciente que sufra infección por este coronavirus”.