Utilizan el veneno de una caracola para crear nuevos fármacos contra la diabetes

El veneno del cono de Kinoshita (Conus kinoshitai) contiene insulina, la hormona que ayuda a las células a metabolizar la glucosa de la sangre y que muchas personas diabéticas se inyectan a diario.. pero es que además, la insulina de este molusco gasterópodo tiene algo especial, y es que reduce con rapidez la concentración de glucosa en la sangre de sus presas.

 

La insulina humana actúa con lentitud y tiende a formar agregados que la estabilizan y facilitan su almacenamiento en el cuerpo, pero que impiden que cumpla su función hasta que no se disgrega. Por contraa insulina del cono de Kinoshita podría brindar pistas para crear una insulina que no se agregue y surta efecto rápido.

Según un estudio publicado en la revista Nature Chemical Biology por la bióloga de la Universidad de Copenhague Helena Safavi-Hemami, la peculiar morfología de la insulina del cono de Kinoshita (Conus kinoshitai) ha permitido al equipo de investigadores incorporar regiones únicas de esta molécula a la insulina humana, creando así un híbrido que carece de la región humana responsable de la agregación.

En 2020, otros investigadores lograron un hito similar con la insulina del cono geógrafo (Conus geographus). Desde entonces, han estudiado otras especies y han descubierto que el cono de Kinoshita fabrica una insulina que actúa de un modo nunca visto.

La región agregante de la molécula de insulina humana también es esencial para su unión a los receptores celulares; de forma que en la insulina del cono geógrafo esa región está truncada; mientras que la del cono de Kinoshita también carece oportunamente de esa parte, pero en cambio posee una singular región alargada que se une a los receptores sin producir agregados.

Cuando Safavi-Hemami mostró la nueva insulina de caracola a su colega de la Universidad Stanford, Danny Hung-Chieh Chou, recuerda que dijo: «No es nada nuevo». Sin embargo, cuando ahondaron más, observaron que las características biológicas eran muy distintas; y mediante técnicas de imagen punteras visualizaron con claridad cómo el nuevo híbrido se fijaba al receptor celular de la insulina y modificaba su forma, algo que no se conocía en el híbrido precedente.

Estos hallazgos ayudarán a conocer mejor el mecanismo de acción de las insulinas en general, ha señalado Mike Strauss, bioquímico en la Universidad McGill y ajeno al estudio, que ha declarado que «esto abre nuevas posibilidades en el campo de las insulinas sintéticas».

Por ahora, el equipo continúa investigando la seguridad y la estabilidad de este híbrido, problemas que entrañan el diseño de una insulina que no se agregue y que esta molécula de forma tan extraña podría solventar.

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