Asocian la diabetes en las mujeres con la obesidad y el sedentarismo

Aproximadamente la mitad de los pacientes con diabetes que acude a las consultas de atención primaria son mujeres que suelen tener una edad de 62 años, y la mayoría de ellas lo son tipo 2; mientras que la edad del diagnóstico en ellas está en la media de los 35 años. Además, las mujeres suelen padecer situaciones especiales como la diabetes asociada con el embarazo, que afecta a entre el 5 y el 7 % de todas las gestaciones.

Por otra parte, casi todas las mujeres con diabetes tienen un perfil sedentario, con gran obesidad, y eso como consecuencia de hábitos de vida inadecuados, a lo que hay que añadir la falta de estímulos para hacer ejercicio y el poco tiempo para realizarlo. Además, la alimentación incluye una excesiva carga calórica, con alto contenido de bollería y productos procesados, y poca fruta y verdura.

Todo esto hace que cada vez se haga más un diagnóstico de diabetes en mujeres jóvenes, que suele ser raro que se estimule para hacer ejercicio y en general hábitos de vida saludables.

De esta manera, la diabetes tipo 2 se da en la mujer mayoritariamente en la edad reproductiva, entre los 18 y 45 años, y puede aparecer además la diabetes gestacional, que tiene tendencia a repetirse en embarazos sucesivos y de esta forma predisponer a padecer en el futuro diabetes tipo 2. Por eso, a partir de los 45 años hay mayor riesgo para el comienzo de enfermedades crónicas, que en muchos casos se suelen diagnosticar con la llegada de la menopausia, ya que desaparece el efecto protector de los estrógenos.

Por suerte, existen cada vez más y mejor preparadas consultas en hospitales y asistencia al alta, de enfermería experta, que hacen una labor indispensable en educación sanitaria, sugiriendo hábitos saludables, y aportando una explicación de patologías prevalentes, el control de medicación y la promoción de autocuidados.

Por otra parte, después de la menopausia, los cambios en los niveles hormonales pueden desencadenar modificaciones en el nivel de azúcar en sangre; y si estos niveles de azúcar en sangre se descontrolan, puede haber un riesgo más alto de tener complicaciones relacionadas con la diabetes.

Algunas mujeres aumentan de peso durante la transición menopáusica y después de la menopausia, lo que puede aumentar la necesidad de usar insulina o de tomar medicamentos orales para la diabetes. Incluso antes de la menopausia, los niveles altos de azúcar en sangre pueden contribuir a infecciones vaginales y de las vías urinarias.

Un estilo de vida saludable, y especialmente en la mujer diabética, reduce le necesidad de aumentar polifarmacia, de insulinoterapia, y posibilidad de hipoglucemias y de complicaciones micro/macro vasculares, lo que influye en el gasto sanitario. Si una paciente diabética puede controlarse con uno o dos antidiabéticos orales en combinación y un correcto control de hábitos de vida, es un éxito sanitario.

En cualquier caso, el entorno familiar es la base primordial para que se tenga un detonante más acelerado de estos cambios; y partiendo de la educación se consiguen grandes avances, máxime cuando hoy en día, los centros sanitarios están más concienciados de esta labor educacional y se generan proyectos, y gracias a ellos se ven mejores resultados en la población que hace unos años.

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