Algunos fármacos que normalmente se usan para tratar la diabetes podrían reducir el riesgo de desarrollar Parkinson, según se desprende de una reciente investigación publicada en la revista científica Brain, en la que un grupo de investigadores del University College de Londres (Reino Unido) analizaron datos de más de 100.000 pacientes con diabetes tipo 2 para descubrir que, aunque las personas con diabetes tienen más posibilidades de desarrollar Parkinson, los medicamentos que se recetan comúnmente para esta enfermedad crónica también parecían reducir ese riesgo.

Los corticoides son un fármaco infalible contra la inflamación, pero pueden alterar los niveles de glucosa en sangre, también en dosis baja y en tratamientos cortos. De esta manera, aquellos que tomaban dos tipos particulares de medicamentos para la diabetes, agonistas del receptor GLP-1 e inhibidores de la DPP4, tenían menos probabilidades de que se les diagnosticara de Parkinson en una etapa posterior de su vida que los que seguían otros tratamientos.

Según ha explicado el neurocientífico Tom Foltynie, del University College de Londres, "nuestro estudio ha fortalecido la evidencia de que existe una relación entre la diabetes tipo 2 y la enfermedad de Parkinson, aunque sigue estando claro que la mayoría de las personas con diabetes no desarrollarán Parkinson".

Algunos estudios en animales ya habían sugerido que este medicamento podría desencadenar alguna forma de proteger a las neuronas del daño, algo que esta nueva investigación respalda.

Los científicos están particularmente interesados en explorar el potencial de la medicación exenatida, que es un agonista del receptor GLP-1, y que pequeños estudios ya han sugerido que puede limitar algunos de los efectos degenerativos de la enfermedad de Parkinson.

El número de personas con Parkinson en todo el mundo asciende a millones y se espera que el número de afectados siga creciendo, por lo que se necesitan urgentemente nuevas formas de al menos controlar esta condición y otras enfermedades del cerebro. La exenatida podría ser un fármaco prometedor en este sentido.