La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que afecta a las células productoras de insulina, sin las cuales, las células del cuerpo no pueden absorber el azúcar. Para tratarlo, los especialistas recurren a un trasplante dirigido de las estructuras pancreáticas destruidas en los diabéticos.
El desequilibrio metabólico producido por la diabetes tipo 1 provoca pérdida de peso y masa muscular, acidificación de la sangre y diversos problemas cardiovasculares y renales, quedando como único tratamiento en la actualidad la administración externa de insulina, que si bien es eficaz, también es restrictivo y paliativo.
Según ha explicado la investigadora Ekaterine Berishvili, cirujana de la Universidad de Ginebra (Suiza) convertida en ingeniera de tejidos, y centrada en el desarrollo de páncreas bioartificiales, "para curar realmente a estos pacientes, necesitamos restaurar su capacidad de producir insulina".
De esta manera, a partir de una combinación de técnicas de ingeniería tisular y celular para reemplazar páncreas defectuosos, su equipo pretende desarrollar una terapia para curar la diabetes tipo 1.
Los trasplantes de páncreas pueden ser eficaces, pero son procedimientos complejos y arriesgados, de modo que una alternativa menos invasiva es el trasplante dirigido de las estructuras pancreáticas destruidas en los diabéticos: los islotes de Langerhans, que son grupos de células productoras de insulina.
Sin embargo, esto requiere tejido de hasta tres páncreas de donantes para obtener suficiente material para un injerto. Además, todas las opciones de trasplante requieren terapia inmunosupresora de por vida para prevenir el rechazo.
Según resume la investigadora, "existen tres problemas principales, la escasez de páncreas de donantes, la dificultad de garantizar la funcionalidad de los injertos a largo plazo y el riesgo de rechazo".
Junto con su equipo, la profesora Berishvili está desarrollando una especie de "casa celular", reprogramando células de la piel o la sangre de los pacientes. Estas diminutas estructuras imitan el entorno natural del páncreas, con sus vasos sanguíneos y tejidos de soporte, y están diseñadas para albergar nuevos islotes de Langerhans.
Si estos islotes se reprograman a partir de las propias células del paciente, el sistema inmunitario aún podría reconocerlos y atacarlos. Por otro lado, si los islotes provienen de donantes o células madre, el organismo los percibe como intrusos.
En cualquier caso, el sistema inmunitario representa una amenaza, y para evitarlo, los científicos alteran los islotes, equipándolos con moléculas inmunosupresoras y camuflaje protector, como disfrazar a los residentes de una casa y cerrar las ventanas por seguridad.
Una vez desarrollada, esta "casa" completa, con sus residentes ocultos productores de insulina y sus características protectoras, podría implantarse justo debajo de la piel del paciente, algo mínimamente invasivo que serviría como base segura para la producción constante de la insulina que el organismo necesita.
El objetivo para esta investigadora no es solo hablar de los problemas y proponer soluciones tecnológicas, sino "desarrollar soluciones prácticas que beneficien a pacientes de todo el mundo lo antes posible", ha concluido Berishvili.