Rambután, la fruta exótica con propiedades para prevenir la diabetes

El rambután, cuyo nombre científico es nephelium lappaceum, y también es conocido como lichas, mamón chino o achotillo, pertenciente a la familia de las sapindáceas, como el exótico litchi, podría ser un estupendo y exquisito aliado para prevenir la diabetes.

Tal y como apunta un estudio publicado en la revista Nutrients realizado con ratones, se comprobó que la cáscara de este fruto exótico contiene una actividad antidiabética. Esta cáscara, según los investigadores, aumentó el peso corporal y redujo el nivel de glucosa en sangre en ayunas de los ratones diabéticos, además de reducir significativamente los niveles séricos de colesterol total, triglicéridos, creatinina y proteína sérica glicosilada. En cualquier caso, la línea de investigación sigue abierta. 

Aunque esta fruta aún no es muy conocida en nuestro país, en Malasia, de donde procede, y en algunos países del sudeste asiático, disfrutan de sus bondades nutricionales desde tiempos inmemoriales, hasta el punto de que según cuentan, fueron los comerciantes árabes quienes la llevaron al este de África durante el siglo XIII, donde hoy todavía siguen cultivándolo. Por su parte, su presencia en Sudamérica es obra de los holandeses, siendo muy consumida en Brasil, Ecuador, México o Argentina.

Se trata de una diminuta fruta ovalada cuyo aspecto puede desconcertar e incluso quitar la ganas de probarla, ya que está cubierta por una corteza con pequeñas hebras de color rojo que recuerdan a las espinas de los erizos y que le han hecho valedora del apelativo 'lichi peludo'. Sin embargo, una vez retirada la piel, nos encontramos con una carne transparente y de textura gelatinosa, que proporciona un intenso sabor dulzón, sumamente refrescante y agradable al paladar. 

En el ámbito nutricional, el rambután despunta por su contenido en vitamina C, pues proporciona alrededor de 70 miligramos por cada 100 gramos de producto, la cual sobresale por su poder antioxidante, por reforzar el sistema inmunológico y fomentar la absorción del hierro. También tiene una pequeña cantidad de vitaminas del grupo B, especialmente ácido fólico o vitamina B9. Asimismo, la pulpa atesora interesantes cantidades de fibra dietética que es saciante y constituye una excelente aliada del tránsito intestinal, la metabolización de los alimentos y, por lo tanto, las buenas digestiones.

Según la Fundación Española de la Nutrición, contiene 0,65 gramos de proteínas y 20 de hidratos de carbono por cada porción de 100 gramos, aportando una buena dosis de energía. Además, contiene ácido gálico, un fenólico natural que tiene propiedades antivirales, fungicidas y antioxidantes, por lo que previene el envejecimiento prematuro.

También contiene ácido gálico, un fenólico natural con propiedades antioxidantes que previene el envejecimiento; y comporta una gran cantidad de minerales, en particular el cobre, que mantiene a punto los huesos, los vasos sanguíneos y la producción de glóbulos rojos y blancos; el calcio y el magnesio, esenciales para el fortalecimiento de los huesos y la salud muscular; el fósforo, parte activa en la formación de las proteínas y la conservación de las células y los tejidos; y el potasio, crucial para la buena salud muscular y celular y la transmisión nerviosa.

Además más del 80 % de su composición es agua, por lo que el contenido energético no excede las 80 kcal, haciéndolo idóneo para quienes siguen una dieta de adelgazamiento.

A la hora de elegir los ejemplares más maduros y sabrosos, conviene prestar atención al color, que debe ser rojo intenso, amarillento o anaranjado. Si, por el contrario, lucen un tono verdoso o presentan moho, no están en condiciones óptimas.

No obstante, hay que tener en cuenta que es un fruto muy perecedero, por lo que reclama cuidados especiales. Si queremos alargar su vida útil, lo conveniente es guardarlo en la nevera dentro de bolsas con alguna oquedad para que pueda respirar. La razón es que si lo conservamos a temperatura ambiente, se seca y se pone mustio rápidamente.

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