Las personas mayores con diabetes tienen un mayor riesgo de sufrir fracturas de huesos

Ya se sabía que las personas mayores con diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de sufrir fracturas, pero para evaluar mejor esta situación, se llevó a cabo un estudio para determinar los factores más relevantes que influyen en esta circunstancia, siempre teniendo en cuenta que además de la edad y el sexo, el control glucémico y los antecedentes de fracturas juegan un papel particular.

 

Así las cosas, las fracturas de cadera, las que cuentan con mayor morbilidad y mortalidad, son dos o tres veces más comunes en los diabéticos tipo 2 que en individuos sanos; y además, aumentan la probabilidad de complicaciones postoperatorias, estancias hospitalarias más prolongadas y pérdida de funciones físicas, algo que está asociado con altos costos de atención médica.

Las causas del mayor riesgo de fracturas en pacientes mayores con diabetes tipo 2 son complejas y aún no se comprenden completamente. Lo que si se conoce es que debido a la enfermedad, las propiedades del material óseo se ven influenciadas por los productos finales de la glicación avanzada, el recambio óseo y la microarquitectura ósea; y también influyen factores no esqueléticos, como el aumento de las caídas debido a complicaciones microvasculares, alteraciones funcionales e hipoglucemia.

La estratificación del riesgo se complica por el hecho de que los diabéticos no caen en el cuadro clínico típico de un esqueleto frágil con baja densidad ósea y bajo peso corporal, motivo por el que un estudio clínico determinó los factores de riesgo de fracturas en personas mayores con diabetes tipo 2.

El objetivo de este estudio fue determinar las características clínicas que contribuyen a las fracturas por fragilidad en un gran estudio poblacional de adultos mayores con diabetes tipo 2.

El estudio de cohorte prospectivo incluyó a 793 personas (359 mujeres, 434 hombres) con diabetes tipo 2 y una edad promedio al inicio de las observaciones de 70 ± 10 años. Los participantes formaban parte de la cohorte de origen y descendencia del Estudio Framingham, con una cohorte original basada en la población que se reclutó en 1948 y una cohorte de descendientes, incluidos hijos adultos y cónyuges de los participantes originales, que se reclutó en 1971.

Todos estos sujetos se sometieronn a los mismos exámenes (examen físico, pruebas de laboratorio, cuestionarios) cada dos o cuatro años; y para el estudio actual, se seleccionaron todos los participantes a los que se les diagnosticó diabetes tipo 2 desde 1990 en la cohorte original y 1998 en la cohorte de descendientes porque el seguimiento de las fracturas comenzó en ese momento. El período de observación fue hasta finales de 2009 para la cohorte original y hasta finales de 2018 para la cohorte de descendientes.

Cada examen clínico fue considerado como un período de observación de un individuo, de manera que un evento de fractura que ocurrió se consideró la primera fractura en el intervalo de observación, y no se consideraron las fracturas posteriores del mismo período de seguimiento, a diferencia de las fracturas múltiples en individuos que sufrieron un primer evento de fractura en más de un período de seguimiento. En consecuencia, cada intervalo de observación se trató como un pequeño estudio de seguimiento y luego las múltiples observaciones se combinaron en una sola muestra para predecir el riesgo de fractura.

El estudio demostró que los factores de riesgo de fracturas en la población general también se aplican a las personas con diabetes tipo 2, unos datos que pueden resultar útiles en la estratificación del riesgo; al tiempo que no se pudo establecer una relación entre otros factores de riesgo generales como la altura, el IMC bajo, el tabaquismo o los antidepresivos y una mayor incidencia de fracturas.

Sin embargo, surgió una tendencia similar, lo que sugiere que la población del estudio era demasiado pequeña para detectar factores de riesgo más débiles. De esta man era, si el control glucémico es inadecuado, aumenta el riesgo de fracturas.

Así las cosas, los datos del estudio muestran una relación con niveles elevados de azúcar en sangre a largo plazo, pero los datos generales al respecto son contradictorios, ya que la hipoglucemia puede causar confusión, problemas al caminar y visión borrosa, aumentando el riesgo de caídas y fracturas.

Además, en los diabéticos con nefropatía diabética como enfermedad secundaria, los trastornos periféricos, sensoriales, motores y autonómicos también pueden reducir la fuerza y ​​la capacidad de coordinación y provocar hipotensión ortostática. Todos estos factores pueden aumentar el riesgo de caídas y por tanto el riesgo de fracturas.

Las complicaciones microvasculares también se asocian con un mayor riesgo de caídas, y esto incluye discapacidad visual y insuficiencia renal, algo que puede provocar, por ejemplo, una pérdida de fuerza muscular en las primeras etapas.

En este estudio destacan factores de riesgo adicionales de fracturas en la diabetes tipo 2 que los médicos deben considerar al decidir el tratamiento con medicamentos antifracturas, como antecedentes de fracturas y caídas y control glucémico deficiente.

Esta comprensión puede conducir a un mejor manejo de la enfermedad y resultados de salud en adultos mayores con diabetes tipo 2, han explicado los autores del estudio.

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