En las últimas décadas, la obesidad infantil se ha convertido en una de las mayores inquietudes de la salud pública. Pero más allá de la apariencia física, existe un peligro invisible: las niñas y niños con sobrepeso tienen muchas más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2, una enfermedad que antes era casi exclusiva de personas adultas.
La diabetes tipo 2 surge cuando el cuerpo pierde la capacidad de utilizar correctamente la insulina, la hormona encargada de regular el azúcar en la sangre.
En este sentido, la doctora Mariana Torres, endocrinóloga pediátrica. ha explicado que “el exceso de grasa, especialmente la que se acumula en el abdomen, genera una resistencia a la insulina. Es decir, la insulina está presente, pero el organismo no responde igual de bien y el páncreas tiene que trabajar horas extra”.
En opinión de la mayoría de especialistas, la raíz del problema radica en varios factores que se suman, y que no son otros que una dieta alta en azúcares y grasas, poco ejercicio y una vida cada vez más sedentaria. En este punto, el doctor Javier Morales, nutricionista infantil, ha afirmado que “la combinación de mala alimentación y sedentarismo provoca un estado inflamatorio constante en el cuerpo de los niños con sobrepeso, lo que dificulta aún más la acción de la insulina”.,
Este ambiente metabólico alterado aumenta el riesgo de que la glucosa se mantenga elevada y, con los años, se desarrolle la enfermedad. No se trata solo de estadísticas, sino de historias reales. “Cada vez atendemos más niños y adolescentes diagnosticados con diabetes tipo 2. Muchos de ellos presentan complicaciones de salud que antes solo veíamos en adultos”, ha señalado la doctora Torres al analizar este punto.
Estos casos ilustran el impacto que los hábitos actuales están teniendo en la salud de las nuevas generaciones, donde la genética también juega un papel. Sin embargo, los expertos coinciden en que el entorno es determinante. “Si en casa se promueven opciones saludables y se fomenta la actividad física desde pequeños, el riesgo de desarrollar diabetes disminuye drásticamente. No se trata de prohibir, sino de enseñar a disfrutar de una vida activa y una alimentación variada”, propone el doctor Morales en este sentido.
La buena noticia es que, al tratarse de una enfermedad relacionada con el estilo de vida, hay mucho margen para la prevención, por lo que adoptar rutinas diarias de movimiento, reducir el consumo de refrescos y ultraprocesados, y priorizar los alimentos frescos se convierten en pasos sencillos pero poderosos.
Como concluye la doctora Torres, “invertir en la salud de los niños es apostar por una sociedad más sana y con mejor calidad de vida en el futuro”.