Establecen la conexión entre la diabetes tipo 1 y la celiaquía

La diabetes tipo 1 y la enfermedad celíaca son dos afecciones autoinmunes que tienden a cohabitar de forma silenciosa en un porcentaje significativo de personas afectadas, pero el impacto mutuo entre ambas patologías puede complicar el manejo clínico.

 

La prevalencia de la celiaquía en la población ronda el 1 %, mientras que entre quienes viven con diabetes tipo 1 se eleva hasta un 16 %. Ambas enfermedades comparten predisposición genética común, especialmente a partir de la presencia de los alelos HLA-DQ2 o DQ8, y aunque pueden presentarse sin síntomas obvios, influyen mutuamente en el control metabólico y la absorción nutricional.

Por este motivo, los expertos recomiendan realizar un cribado para celiaquía tras el diagnóstico de diabetes tipo 1, así como monitorizar la glucosa con atención en personas diagnosticadas con celiaquía, sobre todo si hay alteraciones inexplicables en el peso, la energía o la digestión.

El impacto mutuo entre ambas patologías puede complicar el manejo clínico, de manera que la inflamación intestinal derivada de la celiaquía no tratada puede interferir en la absorción de nutrientes y provocar hipoglucemias inesperadas.

Por otro lado, muchos productos aptos para celíacos presentan elevadas cargas glicémicas, lo que exige ajustes en el plan insulínico y un control más riguroso de carbohidratos.

Así las cosas, los expertos afirman que médicos endocrinólogos, nutricionistas especializados y educadores en diabetes deben colaborar para diseñar una dieta que sea simultáneamente libre de gluten y adecuada para gestionar la glucosa.

En este sentido, se recomienda llevar un diario alimenticio junto con registros de glucemia a fin de identificar patrones y ajustar dosis, especialmente en el caso de alimentos como harinas alternativas o panes sin gluten, que pueden contener más carbohidratos y menos fibra.

La dieta sin gluten es la piedra angular del tratamiento de la celiaquía, pero su implementación demanda un asesoramiento dietético experto, de manera que leer etiquetas, evitar la contaminación cruzada y prever situaciones fuera del hogar, como comidas en restaurantes o viajes, resultan medidas clave que deben integrarse en el plan individualizado de cada paciente con diagnóstico dual.

En definitiva, aunque vivir con diabetes tipo 1 y celiaquía supone un reto adicional, el diagnóstico precoz, el tratamiento combinado y el seguimiento profesional estratégico permiten llevar una vida equilibrada.

En este contexto, los expertos admiten que, con planes personalizados de nutrición, educación continua y apoyo médico adecuado, es posible mantener el control glucémico y promover la salud intestinal sin renunciar a calidad de vida.

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