El microbioma humano varía entre individuos, poblaciones y entornos, e influye en la salud y algunas enfermedades humanas, tales como la prediabetes, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), el embarazo o el parto prematuro. Ahora, un estudio publicado en la revista Science, muestra que el microbioma tiene un papel clave en la diabetes, ya que determina el desarrollo de las células productoras de insulina en la infancia, lo que conduce a cambios a largo plazo en el metabolismo y el riesgo de diabetes.
Los resultados de este estudio realizado en ratones podrían ayudar en el futuro a reducir el riesgo de diabetes tipo 1 e incluso, potencialmente, restaurar la función metabólica perdida en la edad adulta, al proporcionar microbios intestinales específicos que ayuden al páncreas a crecer y sanar.
El hallazgo abre nuevas puertas en la comprensión de los mecanismos de las bacterias intestinales, sugiriendo posibles vías para futuras terapias y diagnósticos basados en la microbiota intestinal.
De esta manera, investigadores de la Universidad de Utah Salud (EEUU) descubrieron que los ratones expuestos a antibióticos de amplio espectro en etapas tempranas de la vida tienen una peor salud metabólica a largo plazo, de manera que si los animales recibieron antibióticos 10 días después del nacimiento, generaron menos células beta y tenían niveles más altos de azúcar en sangre y más bajos de insulina de adultos.
Según ha asegurado June Round, una de las autoras principales del estudio, «esto demuestra lo importante que es la microbiota durante este período inicial tan corto del desarrollo».
De esta manera, la investigación ha identificado microbios específicos que aumentan la cantidad de tejido productor de insulina y el nivel de insulina en la sangre. Uno de estos microbios que estimulan el metabolismo es un hongo poco estudiado denominado Candida dubliniensis, que no se encuentra en adultos humanos sanos, pero que es más común en bebés.
La exposición a este hongo en los primeros años de vida redujo drásticamente el riesgo de diabetes tipo 1 en los ratones macho en riesgo, de manera que cuando los ratones macho que estaban genéticamente predispuestos a desarrollar diabetes tipo 1 fueron colonizados por este microbio metabólicamente «neutral» en la infancia, desarrollaron la enfermedad el 90 % de las veces. Sin embargo, aquellos colonizados con el hongo desarrollaron diabetes menos del 15 % de las veces.
Las investigadoras descubrieron que la exposición a C. dubliniensis podría incluso ayudar a recuperar un páncreas dañado, de forma que cuando introdujeron el hongo en ratones adultos cuyas células productoras de insulina habían sido eliminadas, las células productoras de insulina se regeneraron y la función metabólica mejoró, un hecho muy inusual, ya que este tipo de célula normalmente no crece durante la edad adulta.
Si los beneficios observados en ratones se mantienen en humanos, las moléculas derivadas de microbios podrían ayudar a restaurar la función pancreática en personas con diabetes.
En cualquier caso, Jennifer Hill, primera autora del estudio, ha advertido de que los tratamientos que ayudan a las células beta a regenerarse en ratones, históricamente no han conducido a mejoras para la salud humana.
Con todo, las investigadoras han afirmado que es posible que existan otros microbios que confieran beneficios similares a los de C. dubliniensis. En este sentido, han explicado que «no sabemos mucho sobre cómo el microbioma afecta la salud en los primeros años de vida, pero estamos descubriendo que estas señales de los primeros años de vida sí afectan el desarrollo temprano y, además, tienen consecuencias a largo plazo para la salud metabólica».
Las autoras hgan concluido que comprender cómo afecta el microbioma al metabolismo podría conducir potencialmente a tratamientos basados en microbios para prevenir la diabetes tipo 1.