La identificación de los cambios en los tipos y las actividades de los microorganismos que viven en el intestino humano podría ayudar al diagnóstico precoz de la diabetes tipo 2, según revela un estudio realizado por investigadores del Instituto Broad del Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y la Universidad Nacional de Seúl, en Corea del Sur.
Los autores del trabajo, publicado en la revista Genome Medicine, examinaron las variaciones en la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal en relación con los indicadores de la diabetes clínicos existentes como el Índice de Masa Corporal (IMC) o el nivel de glucosa en la sangre en ayuno.
Los investigadores demostraron que los cambios en la microbiota intestinal que se pueden observar en la diabetes clínica ya están presentes en las etapas sub-clínicas y pre-aparición de la enfermedad. La capacidad para detectar estos cambios antes de desarrollar los síntomas de diabetes podría ser útil para el diagnóstico y la intervención temprana, proporcionando así una nueva forma de reducir potencialmente el tiempo entre la detección de la diabetes tipo 2 y el inicio y, por lo tanto, mitigar los efectos de la enfermedad.
Aunque los desequilibrios en la microbiota intestinal se han relacionado con la diabetes, la investigación anterior sólo comparó casos de diabetes establecida con individuos sanos. Por ello, no estaba claro si los cambios en la microbiota que se producen antes de la enfermedad pueden detectarse con los marcadores actuales, como el IMC y el FBS.
Para averiguarlo, los científicos evaluaron una cohorte de 20 gemelos idénticos (monocigóticos) sanos de entre 30-48 años que estaban inscritos en el Estudio de Salud de Gemelos en Corea del Sur. Como los gemelos idénticos comparten los mismos genes, presentan una oportunidad única de identificar los aspectos de la enfermedad ligados al microbioma intestinal -la colección de microorganismos que viven en el intestino- de forma separada de causas debidas a la variación genética humana.
"Estudios anteriores del microbioma en la DM2 han examinado casos extremos -individuos con la enfermedad establecida frente a personas particularmente saludables- con el fin de identificar los desequilibrios en la flora intestinal ligada a la enfermedad. Quisimos determinar si estos cambios microbianos se producen desde el principio, en conjunto con la variación preclínica en biomarcadores típicos de DM2, como el IMC. También pudimos tener en cuenta las contribuciones genéticas y la variación del microbioma en el tiempo gracias a la participación de un grupo de gemelos que proporcionó generosamente múltiples muestras con el tiempo", ha relatado uno de los autores, Curtis Huttenhower, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, Estados Unidos.
Los investigadores recogieron datos fisiológicos como la edad, la altura y el peso, datos clínicos, como el IMC y el FBS, información sobre estilo de vida y hábitos alimenticios, y 36 muestras fecales con las que evaluar la estructura de la comunidad microbiana.
Para la mayoría de las personas, se recogió una muestra al inicio del periodo de estudio y otra entre 12 y 44 meses más tarde. Para dos pares de gemelos, estaban disponibles muestras en un solo punto de tiempo. Este método de muestreo longitudinal permitió a los investigadores observar los cambios en la microbiota entre los individuos y en el tiempo.
Ninguno de los individuos analizados había sido aún diagnosticado con diabetes, pero la amplia gama de marcadores de la enfermedad y los diferentes niveles que presentaban -desde saludables a casi clínicos- permitió a los investigadores estudiar por primera vez cómo la función y la composición de la comunidad microbiana en el intestino varían en las diferentes etapas antes de la aparición de la enfermedad.