La diabetes es una de las enfermedades crónicas con mayor prevalencia entre la población mayor en España, motivo por el que adoptar ciertos cambios en las rutinas diarias de este colectivo puede resultar clave para prevenir su aparición y, sobre todo, evitar las complicaciones que ello conlleva.
El primer paso fundamental es revisar los hábitos alimentarios, de manera que una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, y baja en azúcares simples y grasas saturadas, siempre ayudará a controlar los niveles de glucosa en sangre. De esta manera, los expertos recomiendan reducir el consumo de productos procesados y priorizar la comida casera, adaptada a las necesidades energéticas de cada persona. Además, el fraccionamiento de las comidas, realizando cinco pequeñas ingestas al día, puede contribuir a mantener la glucemia estable.
La actividad física adaptada es otro pilar esencial. Caminar a buen ritmo, practicar natación, realizar ejercicios de fuerza ligera o participar en clases de baile, son ejemplos de rutinas que mejoran la sensibilidad a la insulina y ayudan a controlar el peso corporal. En este sentido, los expertos recomiendan al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado, repartidos a lo largo de la semana y siempre adaptados a la condición física individual.
No debemos olvidar la importancia de mantener un peso saludable, ya que la obesidad es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de diabetes. Para las personas mayores, la pérdida de peso debe ser gradual y supervisada, priorizando la preservación de la masa muscular, por lo que contar con el apoyo de un nutricionista o de un equipo multidisciplinar puede marcar la diferencia en este proceso.
El control del estrés y el correcto descanso nocturno también juegan un papel relevante, de manera que el estrés crónico y la falta de sueño pueden alterar los niveles hormonales y favorecer la resistencia a la insulina. Técnicas como la meditación, el yoga o simplemente realizar actividades placenteras y sociales, ayudan a mejorar el bienestar emocional, tan necesario en esta etapa de la vida.
Ademáso, la visita regular al médico para realizar revisiones y análisis permitirá detectar a tiempo cualquier alteración glucémica y actuar en consecuencia.
La educación diabetológica es fundamental para conocer los síntomas, aprender a interpretar los resultados de las analíticas y saber cómo actuar ante situaciones de riesgo, algo que empodera a las personas mayores y les permite tomar decisiones informadas sobre su salud.
Así las cosas, prevenir la diabetes y sus complicaciones en la vejez pasa por adoptar una visión global de la salud, donde la alimentación, la actividad física, el control del estrés y el seguimiento médico van de la mano, y pequeños cambios en la rutina diaria pueden traducirse en grandes beneficios, permitiendo a las personas mayores disfrutar de una vida más activa, más autónoma y más plena.

